30 de abril de 2009

Adenda a solicitud de un "seguidor" y amigo

Juana de Ibarbourou le dedicó este poema a la memoria de su amiga Gabriela Mistral. Está publicado en la introduccion del libro "Dolor" de esta última.




Despertar de Gabriela

Juana de Ibarbourou

Digo a aquella que fue leal hermana
del niño y de la mujer, del hombre tierno:
—has superado hoy sombra e invierno
te resplandece ya la cara.

No te desciende ya la luz amarga
del labio desolado, el rostro triste.
Para consoladora nos viniste.
Abierta miel era tu alma.

Tenías la palabra
como copioso zumo de colmenas,
y sabías sólo las palabras buenas,
las que refrescan como el agua.

A todos les decías: —“La manzana,
la rosa, el ruiseñor, el sueño, el canto,
el materno consuelo para el llanto
están en mí, los guardo en mi montaña.

. * * *

Y se formaba así la caravana
hacia su manantial, frescura ilesa.
Sonreía inclinando la cabeza
y nos nacían las mañanas.

Ahora se fue a dormir en la cansada
soledad de los himnos y los cantos.
La rodean las palmas de los santos
tal vez, ángeles con espadas.

Somos aquí tu hueste abandonada,
su laurel dividido por el viento,
tajado por el bíblico lamento,
quemado por su última palabra.

Vendrá más tarde, lenta y descansada,
vendrá después que Dios nos la despierte
de sobre rodillas de la muerte
vendrá, vendrá en el alba.






Tomado de la página 15 del libro "Dolor", Ediciones Torremozas, Madrid, 2001.




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