La historia de los Museos y los Museos de la Historia
Carlos L. Abraira
El Louvre de París, el museo mas visitado del mundo en la actualidad
¿Qué es un Museo?
Según el DRAE Museo es el "lugar en que se guardan colecciones de objetos artísticos, científicos o de otro tipo, y en
general de valor cultural, convenientemente colocados para que sean examinados",
y también "Institución, sin fines de
lucro, abierta al público, cuya finalidad consiste en la adquisición,
conservación, estudio y exposición de los objetos que mejor ilustran las
actividades del hombre, o culturalmente importantes para el desarrollo de los
conocimientos humanos".
Estos mismos conceptos integran la
definición de Museo establecida por el Consejo
Internacional de Museos, organización no gubernamental (ONG) creada en 1946
que trabaja a nivel internacional y aglutina a instituciones de carácter
museístico y a profesionales de dicho campo, cuya principal sede está en París.
Tiene como objetivo principal la conservación y la difusión del patrimonio
cultural de la humanidad, conocida internacionalmente por la sigla de su nombre
en inglés: International Council Of
Museums, ICOM), "Institución permanente, sin finalidad lucrativa, al
servicio de la sociedad y su desarrollo, abierta al público, que adquiere,
conserva, investiga, comunica y exhibe para fines de estudio, educación y
deleite, testimonios materiales del hombre y su entorno”
En la definición del DRAE aparece
explícitamente la palabra colección,
concepto que también figura implícito en la del ICOM cuando dice "testimonios materiales".
Cuando los homínidos unieron a su memoria
y su curiosidad, condiciones
heredadas y mejoradas de sus ancestros animales, la razón, la imaginación y
la capacidad de pensar de una manera
abstracta y de trasmitir esos pensamientos, se convirtieron en homo
sapiens. Adquirieron entre otras la capacidad de analizar, es decir de reconocer en los objetos sus partes y
cualidades y conocer así su esencia.
Entonces, motivados por su insaciable necesidad
de saber, fueron desmenuzando analíticamente
a la Naturaleza. Aprendieron a encontrar similitudes en esas cualidades y
propiedades estableciendo abstractamente clases
de objetos, a contarlos dando origen a los números y en su incipiente lenguaje
los nombres y los artículos comenzaron a tener plural (los dedos, los árboles, las
estrellas, las flechas, los tigres). Esta natural propensión a la búsqueda de
analogías les permitió reunir algunos grupos de objetos similares, ya fuera
porque les eran útiles o simplemente porque les agradaban.
Juntaban colmillos de jabalí para hacerse un collar o plumas de quetzal
para adornar su cabeza con fines religiosos y/o estéticos. Aquí la expresión
"juntaban" indica lo mismo
que queríamos decir en la infancia cuando "juntábamos" figuritas o en la playa "juntábamos" caracoles; queríamos significar que buscábamos a
unos en los diferentes "chocolatines" y a los otros en la arena donde
se hallaban dispersos, los recogíamos y los reuníamos, los colocábamos en el
mismo lugar; en suma, los recolectábamos y con los productos de esa
re-colección formábamos una "colección".
El coleccionismo es entonces una afición común en los seres humanos,
aunque estos la posean en distintos niveles, y su producto es la colección.
Nuevamente acudimos a la ayuda del DRAE, que define así a "colección":
"Conjunto ordenado de cosas, por lo
común de una misma clase y reunidas por su especial interés o valor".
Cualquier clase de objetos ha dado lugar a la formación de colecciones,
algunas muy curiosas, con nombres casi extravagantes, como la Filolumenia (colección de cajas de
fósforos), la glucosbalaitonfilia
(colección de sobres de azúcar).
Pero las colecciones son sólo eso, un mero conjunto de objetos de
determinada categoría, ordenados y fichados en mayor o menor grado. Sin
embargo, constituyen la base y el fundamento de los museos.
Origen de los Museos
La palabra museo tiene una sugestiva etimología que, como suele suceder, ayuda a comprender el concepto que encierra su significado. La etimología, especialidad creada por los griegos -¡cuándo no!; lo griegos, en lo que se ha dado en llamar el "milagro helénico", inventaron casi todas las disciplinas fundamentales del conocimiento: la lógica, la filosofía (que comprendía las ciencias), la historia (ἱστορία, historía), la gramática, la filología, la retórica, la tragedia y la comedia…; y las que no inventaron las ampliaron enormemente, como la literatura, la poesía, las matemáticas, la física, la geografía, la cosmología, la medicina con especialidades (ojos, cabeza, dientes, vientre y hasta "enfermedades ocultas")…. Ya el poeta Píndaro, a comienzos del siglo V a.C., estudió la etimología de varias palabras.
Según el DRAE, museo viene del latín musēum,
y éste del griego mouseion
(μουσεῖον),
nombre que recibía la "casa de las musas" es
decir, el templo donde se adoraban las Musas
y que estaba dedicado a los estudios y actividades que las musas representaban.
Las nueve musas canónicas: (de izquierda a derecha) Clío, Talía, Erato, Euterpe, Polimnia, Calíope, Terpsícore, Urania y Melpómene. Dibujo de un sarcófago en el Museo del Louvre.
Aquellos de ustedes que hayan estudiado algo de mitología griega, habrán comprobado
lo complicada que es, la cantidad de dioses, semidioses o héroes, mitos y
leyendas que la componen. Al mismo tiempo habrán observado que su intrincada
organización no es una sola, ya que distintos autores, en distintos lugares y
épocas, difieren en muchos detalles. Pero por encima de esto, lo que a primera
vista puede parecer un complicado enrejado azaroso y arbitrario, no lo es. Para
los griegos nada era producto del azar, todo estaba destinado por las Moiras
(las Parcas latinas) que marcaban hasta el destino de los propios dioses.
Cada dios o semidiós dominaba y protegía un ámbito determinado de la
estructura del mundo y sus elementos, y había un dios para cada cosa. De sus
múltiples uniones nacieron dioses -o semidioses cuando la unión era con
humanos- que heredaban de sus padres las características que determinan sus
espacios de dedicación y protección.
Dos de las teogonías (Θεογονία, theogonía,
literalmente origen o generación de los dioses) más completas y seguidas por
los griegos fueron la de Homero y la de su casi contemporáneo Hesíodo. Este
último, en una de sus obras poéticas más importantes, llamada justamente Teogonía, describe a las nueve Musas,
que son: Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y
Calíope.
Clío: Musa de la epopeya.
Euterpe: Musa de la música.
Talía: Musa de la comedia.
Melpómene: Musa de la tragedia.
Terpsícore: Musa de la danza.
Erato: Musa del arte lírico de la elegía.
Polimnia: Musa de la retórica.
Urania: Musa de la astronomía y de la
astrología.
Calíope: Musa de la elocuencia y de la
poesía épica.
Como puede observarse, las Musas no eran las diosas de las artes, como se
cree comúnmente; no había una Musa de la escultura ni de la pintura, por
ejemplo.
En su origen, entonces un Museo era un templo en honor a las Musas, un
lugar sagrado que ellas frecuentaban y donde bajo su amparo los artistas y
sabios se dedicaban a sus tareas, inspirados o provocados por ellas (por eso
los poemas comienzan muchas veces con un ruego a las Musas solicitando que les
concedan su acción inspiradora). Dice Hesíodo en el Proemio de su Teogonía:
"¡Salud, hijas de Zeus! Otórguenme el hechizo de su canto" y Homero
comienza su Ilíada con la célebre imploración: "Canta,
oh diosa, la cólera del Pélida Aquiles" (lo llamaban pélida por ser hijo
de Peleo, tal vez por eso se pasó la vida peleando…).
Más tarde, en el siglo III a.C. Ptolomeo I hizo construir en Alejandría un
Museo dedicado al desarrollo de todas las ciencias y que además se utilizaba para
las tertulias de los literatos y sabios que vivían allí. En aquel Museo se fue
formando poco a poco una importante biblioteca: ni más ni menos que la
Biblioteca de Alejandría.
Otras polis comenzaron a guardar
obras de arte en sus templos. Delfos, la polis
de los oráculos, tenía una colección repartida en varias salas; el templo de
Juno en Samos y la Acrópolis de Atenas estaban llenos de obras de arte. Los
sucesores de Alejandro Magno trajeron desde los lejanos países conquistados esculturas
de todas clases con las que embellecían las polis.
Roma siguió por el mismo camino. Nerón hizo traer de Delfos a Roma 500
estatuas para adornar su palacio imperial. Pero el objetivo era solo el de
adornar. Recién en el siglo XVI los Medici se dedicaron a reunir antigüedades y
echaron las bases del museo de Florencia. Otros príncipes continuaron la
costumbre y así comenzó la historia de los museos.
Pero volviendo al origen, aquí viene lo más interesante de la etimología
y la mitología griega con relación a las Musas. ¿Cuál es el origen de estas
nueve diosas? Son hijas de Zeus, que subió -según Hesíodo- nueve noches al
lecho sagrado de Mnemósine, la diosa
de la memoria. La palabra mnémon
(µνηµον) significa “lo que se recuerda”. De ella derivan: mnemotecnia, amnesia, anamnesis y amnistía. Y a través del latín memoria:
memorable, desmemoriado, (in)memorial,
memorándum, conmemorar, rememorar, reminiscencia y monumento.
Es decir, los museos eran -y son en su versión moderna- los templos de la
historia, de las artes y de las ciencias, hijas de la memoria. Su misión es la
de conservar y mostrar organizadamente los productos de cualquier actividad
humana, constituyéndose, junto con las bibliotecas, hemerotecas y todas las
demás -tecas, en memoria de la Humanidad. La increíble sabiduría helénica determinó
hace más de dos milenios su principal función.
Cada nación mantiene en sus museos colecciones que son parte del acervo
que la distingue de otras, que enseña y conserva la memoria que en definitiva
forma la identidad de su gente. No es accidental que cuando hay guerras los
invasores se apropian de todos los archivos y colecciones que pueden secuestrar
en los museos, intentando quitarlos de la memoria de los pueblos
invadidos.
Dijimos al principio que los griegos inventaron, entre tantas
disciplinas, la historia. Concretamente, los inventores de la historia fueron
Heródoto y su continuador Tucídides en el siglo V a.C. ¿Pero cómo -dirán
algunos de ustedes- antes de ellos no se consignaban los acontecimientos, acaso
no hay listas de faraones egipcios o de reyes de Babilonia? Sí, existían muchas
narraciones de hechos aislados, muchas veces mezclados con mitos, pero la
diferencia es que Heródoto realiza una descripción global de los hechos basado
en testimonios recogidos por él mismo, ya sea porque los presenció, por
narraciones de testigos que recogió personalmente o por fuentes que selecciona
de acuerdo a la confianza que le merecen.
Heródoto realizó su obra Historias
(Historiai, Ἱστορίαι)
-la primera obra griega en prosa que nos ha llegado- hacia el año 444 a.C., dividido en nueve libros
dedicados cada uno a una de las Musas.
Historiai significa literalmente
pesquisa, exploración, información, así como el resultado de la investigación.
Ese es el motivo por el cual existen
museos denominados de "historia natural" (en nuestro país hay uno).
Cuando yo iba al liceo, la materia que ahora se llama "biología" era
"historia natural", vieja tradición que viene desde muy antiguos
tiempos. Plinio
el Viejo en el año 77 de nuestra era escribió la Naturalis historia (Historia natural), monumental enciclopedia en
37 libros. ¿Se trata de disciplinas
donde se estudia la historia cronológica de la naturaleza? No, aquí
"historia" mantiene el significado original: resultados de la
investigación.
Para terminar, entonces, diremos que
un museo se nutre de colecciones de objetos físicos, como seguramente sucederá
con los Museos del Fútbol y del Periodismo programados; la tarea que ha
emprendido el Proyecto de Pago a Pago, "colecciona", recoge
testimonios, objetos intangibles de la memoria.
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